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11 diciembre 2009

Navidando en Divagad






No me gusta que la Navidad empiece en noviembre. Para cuando llega el día 24 ya casi estás de vuelta de todo. Prefiero que comience después del puente de diciembre.

No me gustan muchos de los anuncios de la tele a pesar de que me gusta la publicidad. Los de colonias o parfums suelen ser insoportables, los de juguetes bombardean a los polluelos haciendo mella en su cabecita, fomentando el consumismo. Al fin y al cabo son potenciales consumidores. Prefiero evitar esas horas críticas, poner canales donde no hagan publicidad o apagar la tele.

No me gustan los villancicos cantados por un coro de niños hiperactivos, por no hablar de los pitufos maquineros. Prefiero los que son interpretados por una sola persona o en su defecto música a secas.

No me gustan los papanoeles cutres con traje de todo a cien que abundan más que las lucecitas en estas fiestas. No me gustan tampoco los autómatas que se exhiben en los escaparates o en las entradas de las tiendas, que mueven el culo continuamente al ritmo de un villancico machacón, generalmente en inglés. Prefiero los Reyes Magos. Me gusta que retrasmitan por la tele cuando llegan sus majestades y que sean las autoridades quienes los reciban. Me gusta la cabalgata. Me parece más creíble porque siempre llegas a verlos.

No me gusta el cava ni el champagne. Lo uso apenas para brindar, me mojo los labios y punto. El vino no me sienta bien. Se me ponen colores como a Heidy y me da sueño. Alguien me dijo que eso era alergia a los taninos. Prefiero la sidra o un buen gintónic.

No me gusta que inunden a mis pollitos con regalos a tutiplén, sin control. Me gusta saber qué regalos van a tener y que sean contables. No siempre lo consigo.

No me gusta que mi cumpleaños caiga en estas fechas. Es como un derroche adicional. Queda fuera de lugar que te hagan regalos y ya no hablo de celebrarlo con tarta. Cuando uno llega a mi aniversario está saturado y no apetece una cenita o una tarta. Preferiría celebrarlo en otro momento.

No me gusta el turrón industrial. Hay alguno que sabe a colonia. Prefiero comprar poco y bueno. Aunque tengo que decir que este año he probado uno de una gran superficie comercial y me ha sorprendido para bien.

No me gusta que se aprovechen las luces de las fiestas Mayores para las fiestas de Navidad. Prefiero poco y bien hecho, que mucha luz tipo "Las Vegas" sin venir a cuento.

No me gustan las cenas de empresa a las que HAY que ir. Primero que no te puedes pasar con el drinking y segundo que me parece que hay que hacer el papelón. Prefiero las cenas de amigos o las familiares.

No me gusta el amigo invisible. Siempre me como el tarro pensando que regalar, intento acertar, de verdad, de corazón. Hasta la fecha me quedaría con lo que he comprado yo en todas las ocasiones. No me suele gustar lo que me ha tocado en suerte. Prefiero el amigo invisible con carta a los Reyes previa. Tiene dos ventajas: facilitas la tarea y aciertan el regalo.

No me gustan las felicitaciones impersonales, de empresa. Esas que son estándar para todos los clientes, que suponen un desembolso considerable de pasta y acaban en la papelera. Prefiero que me informen en una carta que la empresa de turno este año no envía felicitaciones porque destina la pasta a una buena causa. Prefiero las felicitaciones de mis familiares y amigos.

No me gusta que haya que hacer un plato especial en Navidad al que hay que dedicar muchas horas y que sólo se hace una vez al año con dudoso éxito entre los comensales. Ya no te digo si además cuesta un pastón. Generalemente sobra y acabas comiendo plato especial un mes. Prefiero una comida más normal, menos elaborada y así poder dedicar tiempo a los míos.

No me gusta que nadie se ponga enfermo en estas fechas. Generalmente te atienden peor y encima son novatillos los que se chupan las guardias.. Prefiero que no se ponga nadie enfermo, nunca.

No me gustan los adornos de plástico o resina, generalmente importados, ni tampoco el espumillón. Prefiero los elaborados con materiales nobles (velas, madera, tela...) o los que hacen a mano los pollitos. Me gusta adornar en pequeñas cantidades. Me gusta poner el Belén.

No me gusta que la gente llegue tarde a cenar en Nochebuena o a comer en Navidad. Generalmente me preocupa que les haya pasado algo y... no son fechas. Prefiero que estén pronto en casa y poder hacer un aperitivo con ellos y echar unas risas.

No me gusta que falte nadie. Cada vez es más difícil. Prefiero que estemos todos aunque a veces no nos soportemos.

No me gustan las compras de última hora. Me estresan. No quiero buscar como una posesa, la heladera o el recojocoche de turno. No sé si por marketing, por la crisis o por dar pol saco, pero algunos juguetes se acaban, se han acabado. Prefiero anticiparme, planear y pensar lo que voy a regalar. Me lo paso bien en los preparativos. Me gusta envolver regalos.

No me gustan las luces histéricas y aceleradas que pone la gente en los balcones. Tengo un vecino que las luce y por la noche parece que alguien te está disparando con láser o que hay una tormenta eléctrica. Prefiero las luces que tienen una secuencia tranquila o incluso las fijas.

No me gusta salir con el coche si no es necesario. Hay niebla, carreteras heladas. Prefiero quedarme en casa y jugar a la oca o al parchís a muerte, mientras disfrutas de un buen fuego y palomitas.

No me gusta fingir que me gusta un regalo. Es más, no sé. Se me da fatal, se me nota siempre. Preferiría no hacerlo aunque a veces no tengo más remedio. Preferiría decir que no me gusta y punto.

No me gusta que mi hermana y mi cuñado, que por lo general vienen sólo por Navidad, pillen la gripe. La pillan siempre, fijo y se amuerman un montón, se aletargan.  No sé que comen en ese país... Debe ser porque todo es orgánico, biológico y ecológico. Prefiero que vengan con las defensas a tope y poder hacer algo con ellos o simplemente hablar sin esa sinfonía de mocos. No es inspirador, no.

No me gusta que caiga Navidad y por ende Año Nuevo en fin de semana. Prefiero que caiga entre semana y tener algún día más de fiesta. Este año es ideal en ese sentido. Bien!

No me gusta comer las uvas en Nochevieja. Eso de meterse doce uvas a tropel me da angustia. Por lo general no me las como, ni aceitunas ni nada. No me creo que dé mala suerte. Prefiero comerme las uvas por la mañana el día de año nuevo. Van bien para la resaca.

No me gusta que las llamen fiestas de invierno, winter break o alguna cosa similar. Prefiero que se llamen Fiestas de Navidad.


12 comentarios:

  1. Ah, esas entrañables fiestas, esa dulce navidad, esas fechas caracterizadas por la cosa de que el Niño Dios es tan pobre que no tiene ni cunita, por la nieve, el frío, todo el mundo es bueno, todos nos queremos,... love is in the air!

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  2. Yo añadiría dos cosas más que no me gustan. Que durante las navidades, cuando nos sentimos como "cutos satisfechos", es cuando más anuncios de niños famélicos muriéndose de hambre hay en televisión/radio/prensa, etc. Y sobre todo no me gusta que en Navidad HAY QUE SER (forzosamente) FELIZ. Para mí también es un tiempo de añoranza, reflexión y replanteamiento sobre mi vida pasada y futura. A veces, por el bombardeo continuo de “Feliz Navidad” desde todos los sectores sociales, nos dejamos llevar sin encontrar un espacio para la meditación.

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  3. Coincido plenamente con lo que decís. Hay verbos que no soportan el imperativo: sé feliz, ama, lee... Son cosas que tienen que surgir y hay veces en que la gente se empeña en forzarlas, por lo general con poco resultado.
    Es cierto que al coincidir con el fin de un año, de un ciclo, la fecha se presta al análisis y a la divagación... Yo creo que de alguna forma todo el mundo divaga en Navidad.

    Tampoco me gusta la gente que te dice que tienes poco "espíritu navideño".

    Bienvenid@s al blog!

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  4. Pero hay dos maneras de divagar... aquella que se mira al ombligo, la que se pregunta cosas sin respuesta, aquella de la que han sacado partido los curas y los psicoanalistas, es una fuente de ansiedad y una insensatez. Hay q hacerse preguntas cuya repuesta tengamos q buscar, lo cual no quiere decir q la encontremos, pero ir en pos de ella sí q es un objetivo digno. Pero todo este rollo espiritual, este encontrarse con uno mismo, es una pérdida de tiempo. Parte de esto se lo debo a Manolo Delgado, un antropólogo de Barcelona al que le debo un té aunque él no lo sepa.

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  5. Di, ahí me has dao... Me tendrás que poner un ejemplo de qué tipo de pregunta me tengo que hacer.

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  6. Querida Diva,

    Como a Warren, si me preguntas por el sentido de la vida, te lo diré en tres palabras: YO-QUË-SË.

    Besos todos,

    Di

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  7. Y una anécdota de mi Yaya (ser que aparecerá en este blog de vez en cuando, seguro) para Diva que me encanta.

    Como a tí, no me gusta el champán. Mi Yaya me contó que a ella tampoco le gustaba cuando era pequeña, y cuando tenía 15 años e iba a merendar a casa de mi madrina (ya sabes, los catalanes tenéis (hadas) madrinas)en Barcelona, le dijo: "Si no te gusta el champán no vas a poder ir a ningún sitio y vas a ser una ridícula toda tu vida". Y así es como mi Yaya empezó a darle a las burbujas... cuestión de glamour.

    Ella es mi hada madrina pero no ha logrado, ni con esas, que yo tenga glamour.

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  8. Perdona que te enmiende, pero soy tan aragonesa como los de la capital, que lo sepas... Que una cosa es dónde se nace, otra donde se pace y otra dónde se vive.

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  9. Divagar divagar, divagáis bastante. No os gustan muchas de las cosas que se hacen estos días porque es Navidad: a mí tampoco. En contrapartida está que los que vivís lejos volvéis a casa, lo mismo que el turrón, por Navidad. No me gustaría que fuera algo impuesto; para mí no lo es. Mucho menos desde que anda por ahí pululando una "polilla" que me tiene arrebatada.

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  10. Lo de divagar, ya perdonarás, no tiene solución. Nos ocurre sin querer y desde hace bastante tiempo. Nos han de querer así.

    Yo opino como tu. Hay que hacer lo que uno siente y no dejarse influir por las "navidadas".

    Lo mejor lo de tu polillita. Ojo con el "nopol" (les luthiers). Cuídala mucho.

    Gracias por tus comentarios y feliz año-

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  11. Querid@ Anónimo,

    Para mí las Navidades no son algo impuesto. Ni siquiera sus excesos: por eso hice la entrada del potlach. Lo veo como un rito anual en el que me lo paso bien porque estoy con gente a la que quiero.

    Ahora se añade la inmensa felicidad de ver cómo los que quiero disfrutan y se enamoran como yo de mi polluela. Así que entiendo lo de tu "polillita" ("polillitas: la ropa está servida y más rica con Nopol"-si no conoces este gag de Les Luthiers, te lo pondremos algún día).

    Besos y sigue comentando,

    Di

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  12. De repente me he encontrado con el careto de ese perrete y como me ha recordado a mi querido Gunter me he quedado un rato aquí.

    Casi de acuerdo en todos los no me gusta. Hace tantos años que ya no siento la Navidad, aunque inexplicablemente el 24 de diciembre me den ganas de abrazar al personal. Será deformación profesional.

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