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27 junio 2015

Servir a los ricos

"Qué estarías haciendo si no fuera esto?" pregunta uno a los otros tres, todos colegas, en la cantina del curro. "Carpintero", dice el de mi derecha. Nos quedamos pensativos... no sé si en el porqué de su opción, o cómo sería nuestra vida de carpinteros, o más bien probablemente en nuestra respuesta a esa pregunta-al final lo que más nos gusta es pensar en nosotros mismos. 

Mi mente está ya miles away de esa mesa... Estoy explicando a un auditorio que lo primero que le pediría a un trabajo no es lo que imaginan, las partes superiores de la Piramide de Maslow: creatividad, realización personal, aprendizaje constante, ayudar a otros... Audiencia, entiéndanme: no quiero nunca hacer un trabajo que implique, directa o indirectamente, servir a los ricos. 

Como si me leyeran la mente, llego a casa y me encuentro con dos artículos: uno de "conserjes de alto standing" aquí en Londinium. Tipos que han aprendido un teatro que representar ("Yes, Madam") y cuya vida consiste en "facilitar la vida" a los ricos de necesidad. Explican algunos de los antojos más enloquecidos a los que han tenido que atender, y la naúsea que me sube por el esófago se transforma en deseos de hacerme con una lata de gasolina. 

Pero cuando digo que no quiero servirles, no hablo de estos pobres payasos que les esponjan los cojines. Ellos son la base de la piramide de servidores. Luego están la  "bespoke florista" que prepara unos bouquets escandalosos (cuantas vacunas, cuántas canalizaciones de agua potable), el ejército de diseniadores de ropa, de zapatos, de muebles, los fotógrafos, los cirujanos plásticos, los psicoanalistas en cuyo diván se tumban, los arquitectos que están preparándoles "ciudades en el cielo" donde estén con "su comunidad" y tengan todos los servicios... Hordas de personas que alimentan la vida de lujo de esos pocos que me repele. Me considero privilegiada de no haber tenido que contribuír esa máquina. Colegas me preguntan porqué no hago lo nuestro privadamente, mucha más pasta: creo que está claro.

Entonces me encuentro con la crítica de la última película de la brasilenia Ana Muylaert, "Una segunda madre".Y pienso que necesito verla ya, para quitarme la tristeza la ira que todo lo de arriba me ha provocado. Y pienso que, si es lo que parece, mucha gente tiene que verla YA. Porque somos muchos, solo que tenemso que enterarnos que lo somos: nosotros y ellos. 




17 junio 2015

"Peregrino" (17 Junio, 18 anios en la isla)

¿Volver? Vuelva el que tenga,
tras largos años, tras un largo viaje,
cansancio del camino y la codicia
de su tierra, su casa, sus amigos,
del amor que al regreso fiel le espere.
 
 Mas ¿tú? ¿volver? Regresar no piensas,
sino seguir libre adelante,
disponible por siempre, mozo o viejo,
sin hijo que te busque, como a Ulises,
sin Ítaca que aguarde y sin Penélope.
 
Sigue, sigue adelante y no regreses,
fiel hasta el fin del camino y tu vida,
no eches de menos un destino más fácil,
tus pies sobre la tierra antes no hollada,
tus ojos frente a lo antes nunca visto.
 
Luis Cernuda
Desolación de la quimera, 1962

16 junio 2015

Bloomsday: sublimando

Hoy es Bloomsday, y desde hace muchos anios digo que uno de estos voy a ir a Dublín a seguir los pasos de Leopold Bloom, e incluso comer riniones. Se conoce en el argot sicoanalítico como sublimación lo que en su lugar he hecho: volver a mis dos tomos del Ulises, abrir al azar, y pegar aquí una de las frases de Leopold, sus "proyectos de regeneración social":

Marilyn lee el Ulises en Bloomsday
"Estoy a favor de la reforma de la moral municipal y a favor de los diez mandamientos puros y simples. Nuevos mundos en lugar de los viejos. Unión de todos, judíos, musulmanes y gentiles. Una hectárea y una vaca para todos los hijos de la naturaleza. Coches fúnebres modelo berlina. Trabajo manual obligatorio para todos. Todos los parques abiertos al público día y noche. Lavaplatos eléctricos. La tuberculosis, la locura, la guerra y la mendicidad deben cesar inmediatamente. Amnistía general, carnaval todas las semanas, con las licencias del enmascaramiento, gratificaciones para todos, esperanto, fraternidad universal. Se acabó el patriotismo de los políticos de taberna y de los impostores hidrópicos. Dinero libre, amor libre y una iglesia laica libre en un estado laico libre".


Estoy a favor de la reforma de la moral municipal y a favor de los diez mandamientos puros y simples. Nuevos mundos en lugar de los viejos. Unión de todos, judíos, musulmanes y gentiles. Una hectárea y una vaca para todos los hijos de la naturaleza. Coches fúnebres modelo berlina. Trabajo manual obligatorio para todos. Todos los parques abiertos al público día y noche. Lavaplatos eléctricos. La tuberculosis, la locura, la guerra y la mendicidad deben cesar inmediatamente. Amnistía general, carnaval todas las semanas, con las licencias del enmascaramiento, gratificaciones para todos, esperanto, fraternidad universal. Se acabó el patriotismo de los políticos de taberna y de los impostores hidrópicos. Dinero libre, amor libre y una iglesia laica libre en un estado laico libre. - See more at: http://www.escritopara.es/tag/james-joyce/#sthash.lDpNZ8UD.dpuf

Estoy a favor de la reforma de la moral municipal y a favor de los diez mandamientos puros y simples. Nuevos mundos en lugar de los viejos. Unión de todos, judíos, musulmanes y gentiles. Una hectárea y una vaca para todos los hijos de la naturaleza. Coches fúnebres modelo berlina. Trabajo manual obligatorio para todos. Todos los parques abiertos al público día y noche. Lavaplatos eléctricos. La tuberculosis, la locura, la guerra y la mendicidad deben cesar inmediatamente. Amnistía general, carnaval todas las semanas, con las licencias del enmascaramiento, gratificaciones para todos, esperanto, fraternidad universal. Se acabó el patriotismo de los políticos de taberna y de los impostores hidrópicos. Dinero libre, amor libre y una iglesia laica libre en un estado laico libre. - See more at: http://www.escritopara.es/tag/james-joyce/#sthash.lDpNZ8UD.dpuf
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10 junio 2015

Arquitectura brutalista: Balfron y Trellick Towers

Más de 200 rascacielos están proyectados para el cielo de Londinium. Algunos dicen que la City no será la misma, pero los que están creciendo como setas hasta ahora, son la pera. Nada terrenales, y de ahí que "el cielo" tenga doble lectura.

Me encanta la arquitectura, y podría quedarme horas mirando al Gherkin de Foster, que ha dado sin duda un nuevo estilo al viejo distrito financiero de Londinium. Luego hay otros edificos con los que no lo tengo tan claro y dudo si me gustan o no: el Shard es uno de ellos. Y por fin están otros que me parecen horribles a primera vista, pero a los que sigo mirando porque tienen algo interesante, algo que me fascina a la vez que me horripila. Y al final, como en el caso de las torres de hoy, me acabo reconciliando.

El húngaro Erno Goldfinger, socialista convencido,  disenió estos dos pedazos de cemento, bestiales, intimidatorios, imponentes, como de peli de ciencia ficción:  por algo son exponentes de la llamada "arquitectura brutalista". Construcción tipo socialista, de hecho podrían ser una de esas moles soviéticas (ahora que por la península están tan de moda los soviets) con las que nos metían miedo (eso y que no tenían vaqueros, alguien ha oído eso de que te los cambiaban por abrigos de piel? El poder de la leyenda urbana primitiva). [Nota biográfica: Goldfinger también disenió "Metro Central Heights" (Alexander Fleming House) en Elephant & Castle, donde el Peda y la que firma aterrizaron nada más llegar a Londinium, sin tener ni idea de dónde nos estábamos metiendo. Recuerdo un caminito de piedras en un patio idílico, fuente con peces naranjas y  recepcionista negro: salimos a toda prisa]. 

La Torre Balfron esta en Poplar y la Trellick en Ladbroke Grove, para los emigrados la zona donde esta "García e hijos", la tienda de productos espanioles donde la gente va a comprarse el Cola-Cao y el Jabón de La Toja. Ambas fueron construídas como viviendas sociales y los entendidos dicen que no es solo una cara bonita: que "la calidad de los detalles, la solidez de la estructura y la distribución del espacio" son de libro de texto. Los pisos son muy grandes (en Londinium? Really?), con las paredes gruesas (en Londinium? Really?) para insonorizarte de los vecinos. Así que eran, en principio "la utopía vertical".

Fue bonito mientras duró: en los últimos anios 60 se convirtieron ambas torres en nidos de asaltos, drogas y rock &; roll (tal vez). Y es que claro, estos pobres, cómo son: les dan casa y en lugar de quedarse quietos allí se meten en líos. Les dan casa, pero les mantienen en la misma rueda de unemployed-unemployable (sin trabajo ni posibilidades de tenerlo), sin aspiraciones, sin cielo al que mirar aunque vivan en las últimas plantas.

Pero, ah,  la Trellick se "reinventó": de acuerdo con alguna mente preclara fue porque "los pisos se pusieron a la venta". Así salieron los que viven en "benefits" (los pobres) y entraron las clases medias, que expulsaron, en un proceso que dolorosamente conocemos en esta ciudad,  hacia otra zona a los anteriores. Ellos han sido a su vez expulsados de otra zona, y así es Londinium: un juego de naipes donde empieza a caer uno y todos los demás seguimos (el otro día leí que esta es ya la ciudad del mundo más cara donde vivir, le sigue Oslo en este ránking demencial donde nadie querríamos "ganar").

Ahora van a hacer algo similar con la Torre Balfron: toda la comunidad de viviendo social ha sido paulatinamente evacuada, y lo que era un grupo variado, tanto en etnicidad como en edad, ahora ha pasado a ser lo que llamo "el tipo de Londinium": blancos, treintaintantos, clase media. Creativos, aniado yo. Para lavarse la cara, dicen que con las fenomenales ventas de los pisos de la Balfron, van a ayudar a la construcción de vivienda social en el barrio de Poplar.  Permítanme un segundo que me recomponga: qué bonito, una lágrima me recorre la mejilla.

Si Goldfinger (que por cierto, inspiró al villano de James Bond: una pequenia vendetta de Ian Fleming por demoler unas casitas para construír la suya de Hamsptead en 2 Willow Rd) levantara la cabeza y viera de lo que se están llenando sus pisos (o de lo que se están llenando todos esos rascacielos en la ciudad, donde no hay una sola vivienda que se pueda permitir la gente que se gana dignamente la vida), le daría un yu-yu. El vivió durante dos meses en el Piso 130 y se cuenta que invitó a los vecinos a champán, a modo de focus group, que informó su disenio de la Trellick.

Cuando visité inocentemente Metro Central Heights en 2002 no sabía que el recepcionista negro era una senial. Igual él vivía entonces en la Balfron, y ahora en 2015, como mucho podrá ser su recepcionista.

Nota: Los datos del divague han sido tomados de la wiki y de un artículo de la Time Out de Eddy Frankel titulado "What's the storey". Las anécdotas, la bilis, y lo que viene llamándose "las divagaciones"... c'est moi.

La Balfron Tower ha aparecido en pelis como "28 days later" y en videos de Oasis... enjoy.


04 junio 2015

"Americanah", de CN Adichie: mucho más que un blog racial

"Americanahes la manera como los nigerianos llaman a los que se fueron a vivir a los EE.UU. y son asimilados por aquella cultura. "Ah, ya eres totalmente una americanah", le dicen a Ifemelu, la prota de la tercera novela de la nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie, cuando vuelve a su país natal. Y eso que Ifemelu ha intentado mantenerse fiel a sus raíces. Pero en algunas cosas, es imposible. 

Es curioso leer la novela como emigrante/da, claro que en mi caso solo hay un pequenio saltito, apenas dos horas de vuelo entre la península y la ínsula, tal vez mínimo salto también en lo cultural. No pretendo que lo mío se asemeje ni de lejos a lo de una joven africana a sus veintitantos que además, al llegar a los EE.UU. "descubre que es negra".  En Nigeria esto no era un tema.

Pero lo descubre al llegar a América, donde hasta hay distintos tipos de negros. El tema raza recorre toda la novela y aunque solo sea por esto merece la pena: yo he aprendido mucho. Porque sí, claro que veía a negras y negros con cornrows ("trenza africana cosida", dice la wiki, no conocía esta palabra en castellano), con dreadlocks (rastas), con afros (pensad en Michael Jackson en los Jackson Five) o bien con el pelo liso a lo Michelle Obama. Pero no me había planteado lo que les cuesta mantenerlo ni el simbolismo de llevar un estilo u otro, especialmente las mujeres. No por nada la novela comienza con Ifemelu en la peluquería, donde va a pasar unas horas para que le hagan las trenzas. 

Pero ha pasado antes por el aro: en un punto de su historia en Amércia, cuando por fin tiene una entrevista de trabajo, la consejera laboral le dice "plánchate el pelo, esto no se puede decir, pero todos lo sabemos: si vas con trenzas no te darán el trabajo". Ifemelu hace caso y le dan el trabajo. Este tema no es trivial ya que tanto en los EEUU como aquí en Reino Unido algunos gerentes han estado en contra de que los negros llevaran trenzas. En 2011, la High Court en UK dictaminó en contra de un colegio que lo impedía alegando que era un estilo tradicional. Ifemelu explica los productos químicos bestiales que se han de poder para alisarlo (llamados "relaxers"), junto con las planchas calientes y demás. A Ifemelu en un punto se le empieza a caer el pelo a tiras, y ese trozo rompe el corazón. Todo lo que tenemos que hacer las mujeres para conformar, pero además las negras tienen ese pelo indómito que lo hace aún más salvaje. 

Hay una gran diferencia entre los "African (o Black) Americans" y los "Africans". Los primeros son descendientes de los esclavos y llevan generaciones y generaciones en los EEU. El inglés es su lengua materna. Los segundos, como Ifemelu, han llegado de Africa y son considerados áún más de segunda clase. A Ifemelu le cuentan que los African-Americans van al "Black Students Union" y los Africans a la "African Students Association". No se suelen mezclar y los African-Americans que van a las reuniones de los Africans son "los que escriben poemas sobre la Madre Africa y que creen que cada chica en una Reina Nubia". Todo esto no me lo había planteado y al leerlo lo he visto claro: también se ve en el UK con los hijos de segunda y tercera generación. A Ifemelu le dicen que le será más fácil para ella hacer amigos entre otros internacionales que con americanos, tanto blancos como negros, porque han sufrido, como lo hace ella, la agonía de la visa, la espada de Damocles de ser deportado o vivir sin papeles. La mayor aspiración de un African es hablar con acento yanki (versus su acento del colonizador inglés-anigerianizado), y esto es admirado de vuelta a su país. Ifemelu, cuando ya está integrada y adquiriendo el acento americano decide hacer un esfuerzo y volver a su acento inglés nigeriano. Otra cuestión de principios, como volver a las trenzas cuando puede permitírselo laboralmente.

Como nos ha pasado a muchos blogueros, empezamos un poco por casualidad: alguien con quien nos escribimos cartas o emails dice un día "me gusta leerte, por qué no te montas un blog" (hace unos anios esto es lo que dijo Diva: "por qué no montamos un blog"), y allí que se lanza Ifemelu, a escribir un blog de raza, que comienza tímido y se acaba haciendo un medio de vida. Cualquiera que escriba un blog se va sentir muy identificada con la protagonista en muchos puntos de la novela. Cómo al principio chequea las estadísticas, los comentarios, cómo empieza a ver el mundo como blogueable. Me encanta cuando dice que antes igual no se hubiera parado a hablar con tal persona, pero que ahora lo hacía como algo que potencialmente le daría munición/madera/material para el blog. Me gusta cómo la autora usa las entradas de blog para meternos reflexiones más académicas sobre el tema racial, que de otra manera sería difícil incluír en una novela (puedo "homenajear" esa idea en mi novela?). Pequenios ensayos con títulos como "Understanding America for the non-American BLack: What do WASPS aspire to" or "American tribalism", que nos ayudan a entender porqué Barak Obama es un tío que mola por casarse con Michelle, una mujer con la piel más oscura que él. Porque también entre ellos hay racismo, y lo típico es que los tipos alfa se casen con blancas, o en todo caso "menos negras" que ellos. Así que tres hurras por Barack. 

Ifemelu reflexiona que en America raza es también clase, y el libro tiene grandes reflexiones sobre clase social también. En cierto modo recuerda a Zadie Smith, y sus grandes libros sobre el tema como "On Beauty" o "NW". La diferencia entre ambas es precisamente la que he descrito en el párrafo de los "African-Americans" y los "Africans". Smith sería el equivalente del primer grupo en el Reino Unido: nació aquí, estudió en Cambridge, no ha tenido ningún problema de visa y su acento es inglés, tal vez de su barrio en NW. Ngozi es African, nigeriana que vive en EE.UU. y observa desde su africanidad. Es interesante ver ambas novelas desde este ángulo, y esto ayuda a entender a los personajes. En "Americanah" vemos el mosaico socioeconómico ayudados por sus relaciones sentimentales: desde el novio WASP con mucho dinero hasta el académico African American que come quinoa y el corazón de las manzanas. Esta observación me pareció genial, y eso que yo también me como el corazón de las manzanas y la piel de los kiwis. Lo primero lo aprendí de un húngaro y lo segundo de una inglesa, pero entiendo que probablmente no sea algo popular en Nigeria, ni si quiera lo es en la península donde me han mirado raro alguna vez. Pero lo que trato de decir es que viajar, vivir en otros sitios te toca, y, qué puedo decir, es maravilloso. Nada más odioso para mí que esos espanioles que están aquí y que se juntan para hablar de lo maravillosa que es la península y que en cuanto puedan dejan esta puta isla donde no saben comer ni tienen sol. Por el mundo aprendes que tal vez el cielo de Vetusta en Mayo, azul azul y sin una nube, es una gozada, pero tantas otras cosas que nunca hubieras ni soniado si solo hubieras estado mirando ese mismo cielo, y que son mejores en México, en Argentina, en Grecia, en EE.UU, y en Reino Unido... y esto le pasa a la prota, que acaba asumiendo comportamientos de la nueva cultura, y luchando por mantener otros. 

En otra parte de la novela, Obinze, su novio del colegio en Nigeria, intenta dar el salto a Londinium. Aquí vemos las experiencias paralelas en otro país, y las observaciones son igualmente interesantes: Obinze no puede entender que la gente aquí compre muebles que parecen viejos, o platos de porcelana descascarillados "los compramos en aquel mercado encantador en India, te acuerdas carinio?" ... en una palabra, no entiende el "shabby chic", el Bo-Bo. "Mercado encantador"? seguro que es un sitio infecto, con los grandes almacenes tan limpios que tienen aquí. Cuando Obinze vuelve a Africa y se mete en la construcción le dice a su socio: "cocinas abiertas en el salón? qué te crees que esto es Inglaterra?". Ningún nigeriano quiera cocinas abiertas porque la cocina nigeriana no es "presentable", es grasienta, olorosa, messy, y no es agradable de enseniar. En las antípodas de hervir un poco de quinoa, zanahorias, tomatitos cherry y tofu.

Reflexiones como estas abundan en la novela. Está bien escrita, pero más que belleza formal, he subrayado ideas. Estuve a punto de dejarla por un gran cabreo en las primeras cincuenta páginas, y no puedo entrar en detalles porque tal vez sería un spoiler para quien quiera leerla. Dejémoslo en que me enfada que precisamente una escritora cree un personaje (secundario, no aparece mucho más, afortunadamente) tan cliché, y que encima me diga lo estúpida que es en lugar de dejarla actuar. 

Al terminar la novela fui al cine a ver "Girlhood" ("Bande de Filles") la peli francesa de Céline Sciamma.  La claustrofobia de crecer como chica negra en los barrios marginales de París se siente desde la primera escena, cuando la prota friega los platos con las dos hermanas pequenias haciendo los deberes en la mesa de la cocina, la madre ausente limpiando oficinas toda la noche. Prota que cambia de peinado varias veces durante la peli y cuyo simbolismo no se le escapará al lector de Americanah.