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10 marzo 2024

"Cantos de sirena" de Charmian Clift, o mis hercúleos esfuerzos luchando con la Hidra

La mano es de Mini, 
intendando interceptar mi foto
Una periodista australiana que vivía en Londinium en los años 50 con su marido -también periodista, también australiano- y sus dos hijos pequeños, decidió dejar esa vida para irse a una isla griega, y escribió un libro, "Mermaid singing" ("Cantos de sirena"). 

Inspiro. 

No es de extrañar que la divaganta Elena Rius me lo recomendara (y también en su blog, aquí); lo que es más curioso son las coincidencias con la otra divaganta Mo: sin haberlo hablado lo empezamos a la vez, lo terminamos el mismo día y,  por lo que veo hoy mientras finalizo esto, vamos a publicar la crónica también, bang, justo hoy. Elena también me envió hace poco una entrevista a otra periodista, Dolores Payás, que se fue a vivir a Kardamily, siguiendo la estela de Patrick Leigh Fermor (y hasta vivió en su casa), y Mo me envía de vez en cuando casas "viejas y baratas" (el enlace es conia, pero puedo explicarlo todo-sigan leyendo) en cualquier punto de Grecia a ver si me animo a hacer lo que la prota del libro. O sea, todo esto deben ser los hados. 

Yo, en bolas, frente a la Hidra
En relectura me doy cuenta de que este divague no me ha quedado, seamos sinceras, precisamente sucinto. En mi defensa invocaré (más adelante se verá por qué) a la Hidra de Lerna, serpiente policéfala con cabezas humanas, que regeneraba dos por cada una que perdía o le era amputada. En algún punto he intentado amputar, y todo lo que conseguía era que le saliera otra; eso sí, me lo he pasado en grande escribiéndolo - y espero que eso se transmita. El caso es que más que crónica de libro, me ha quedado una especie de saga-cultural-y-familiar donde el Tema Subyacente Principal es aquel viejo -pero no por ello menos apreciado- vivir sin miedo, salvajemente, lo que dure. La frase de Humphrey Bogart en “Llamad a cualquier puerta”,  “Vive rápido, muere joven y deja un bonito cadáver” parece hecha para estos personajes, que en realidad son personas. Para mí ha sido imposible no pensar en el final de los protagonistas durante su lectura- aunque yo no lo supe hasta la mitad. 

Porque Charmian Cliff, la periodista australiana, era muy guapa y hasta trabajó de modelo en su país natal durante su época de estudiante. Había nacido en 1923 y a los 19 se quedó embarazada por primera vez sin planearlo, dando a su hijo en adopción. Trabajó como periodista en Melbourne, estuvo un tiempo en el ejército y en 1947 se casó con el periodista y escritor George Johnston. Él había sido corresponsal de la Segunda Guerra Mundial y es autor de uno de los mayores clásicos australianos que yo desconocía, una trilogía autobiográfica (the “Meredith trilogy, el más famoso  "My brother Jack") que ayuda a entender el continente en nuestras antípodas -donde el 20% de la población desciende de convictos-, pero en el que es, según cuentan, particularmente duro con las infidelidades de Charmian. Pero no nos adelantemos.

En 1949 la pareja deja Australia por Londinium y aquí pasan unos años corriendo en la rueda como el hámster (esta palabra me hacer indefectiblemente reír cuando recuerdo que la Yaya los llamaba "gángsters"). Un día deciden lo que todos ansiamos pero que parece en aquella época era solo un sueño generalizado de periodistas ("I married into the island persuassion of journalists"): dejarlo todo e irse a una isla griega. Porque se dieron cuenta que, cuando llegaban de trabajar de la máquina trituradora que era Fleet St. y por fin tenían este ratito mágico que yo uso para escribir el blog y ellos para hacer escritura creativa decente, estaban "demasiado cansados o borrachos" para nada. Esto, mezclado con ideas existenciales como que “cuando cumplías 40, se podía calcular tu futuro y estabas clavando una barra más a tu jaula, y ahora las barras estaban tan juntas y eran tan numerosas que no podías ver fuera de ella más,  o recordar cómo era el cielo o si quedaba alguien en el mundo que aún pudiera andar libre", hicieron el resto. .

Eligen Kálimnos, una de las islas del Dodecaneso norte (enfrente de la costa turca: "el amanecer que sale dorado por detrás de Turquía", describe) porque tiene una historia que puede merecer la pena contar: aquí el motor de la economía son los buceadores que buscan esponjas. Cada año, estos “hombres locos” se embarcan por siete meses y se van allende los mares -tan lejos como el norte de África- a tirarse a pulmón y nadar, nadar, nadar hacia abajo, con todas sus consecuencias. De hecho, la isla está llena de hombres discapacitados por este trabajo de altísimo riesgo. Yo pasé fugazmente por Kálimnos hace dos veranos: venía en un ferry guagua que paraba por todas las islas del Dodecaneso, desde Kos de camino a Léros. [Nota: buscando el enlace me he colgado mirando ese divague -en particular las fotos- y ahí cuento el criterio para elegir islas, a veces basado meramente en el horario de "Dodecanesan Seaways"]. Ahora creo que si hubiera leído este libro, habría seguro parado en Kálimnos (¿No os pasa que cuando disfrutáis de un libro el lugar donde ocurre -ese otro personaje- suele apetecer muchísimo?), soy así de mitómana, aunque Léros me encantó.

Hay dos aspectos que me han encantado de la novela: el primero,  cuando la autora cuenta ramificaciones de su decisión, qué supone romper con todo y seguir tu sueño,
 "sois un par de románticos - les dice un amigo- pero aunque viviréis para arrepentirnos de esta locura, creo que aunque las sirenas están mudas, es necesario para todo el mundo, una vez en la vida, bajar al mar y esperar y escuchar", 
lo que significa el verdadero nomadismo, el no pertenecer, el no tener más raíces que su propia curiosidad y su valentía, porque ellos no tienen casa en ningún lugar del mundo, algo que los griegos en Kálimnos no pueden entender, 
"nuestras posesiones portables, nuestro alojamiento pasajero. No es para nosotros el registro civil, los muebles de la abuela, el panteón familiar"
el vértigo, el vacío de una vida de autómatas,
"Cómo explicarle que estábamos hartos de la civilización, hartos del asfalto y la televisión, que habíamos perdido el norte y sentíamos una especie de vacío que no habíamos podido llenar con bienes materiales. Habíamos acudido a Kálimnos en busca de una fuente, una maravilla o una señal que nos reafirmara en nuestra humanidad"
Pero aún así, la dificultad, por mucho que lo desees, de parar. En la cita siguiente se puede entender el nivel de la prosa de Clift -que reconoce que ciertos rasgos de la personalidad de una no se pueden dejar nunca atrás, e.g. ella se preocupaba por todo, y se sigue preocupando,
"all the nervous years of pace without rest, of struggle without fulfillment, of taxicabs and telephones and the inexorably circling fingers of a thousand clocks spinning our lives away"
Eso sí, una no puede evitar pensar que todas estas reflexiones se hacen desde el privilegio. Y no hablo solo del económico, no es que tuvieran mucho dinero, pero sí contaban con un “capital cultural” que te permite lanzarte a esas aventuras y no salir demasiado malparado. Los trabajadores de las fábricas, de los callcenters, de la limpieza, nunca han podido seguir “los sueños de periodista” que describe Clift. A ratos me parece injusta su descripción de Londinium: en varios momentos en la novela recuerda la ciudad -reciben una factura impagada del gas que les gusta porque es el recordatorio regular de lo que dejaron atrás- que sí, es una máquina trituradora de carne, pero también es maravillosa a partes iguales, incluso si no tienes mucho dinero. Siempre me choca la gente que dice lo contrario, que para ser feliz aquí hay que estar continuamente consumiendo las miles de ofertas que te da la ciudad. Qué pena quien no sabe valorar un día frío y soleado de Marzo,  a rebosar de árboles en flor de todo tipo y color, por calles que nunca terminan de casita en casita maravillosa - si tienes bici, música y un libro en tu mochila, ya es apoteosis, no hace falta más.

Una última nota sobre la experiencia del emigrante: cuando una llega a un país extranjero, se pone un mapa enorme del país en la pared. No pregunten por qué, habrá mil razones, pero todo el mundo lo hace, durante un tiempo. Clift también: un mapa de azul y amarillo brillante, lo imagino con los deditos del Peloponeso y sus seis mil islas -de las cuales solo 227 están habitadas. Miro el googlemaps de la zona por enésima vez: yo habré estado como en 15 (ya que preguntan: mi favorita? no podría decir, aparte de que tiene que ser Itaca) . Así que hay cinco mil y pico islas o islotes desiertos esperándote.

Y soy predecible pero, por supuesto, el otro factor que me ha atrapado han sido las descripciones físicas de la isla, que te transporta directamente a Grecia, tan necesario mentalmente en esta época tan negra:
"las pequeñas islas flotando mágicamente sobre un océano índigo, los cipreses tiesos en contra del cielo temprano de las mañanas, las cúpulas rosas, los ejes de azafrán por las columnas, los tres burros en la colina un mediodía, vadeando por flores encarnadas...",

"conventos sobre los olivos en las montañas",

"nos despertábamos cada mañana con los sonidos y el olor a mar, y fotos enmarcadas en blanco de barcos y montañas y nubes y cielo". 

los azules, de los que yo he escrito tanto, nada que ver con su descripción espectacular:
"Chorio, like Pothia, is mostly blue, with a few houses painted yellow ochre, a few white. The touches on window-shutters and doors of pink and lime and cinnamon and grey are nothing short of miraculous. The blues range from the merest brightening of stark white, like a blue-rinsed sheet, to a thick, rich ultramarine. The variations on this one colour seem to be infinite, and combined with the subtle differences of wall textures, shapes, levels and the weathering effect of the sun, the blue sometimes produces fantastic optical illusions, particularly as the streets as well as the houses are covered with a thick coating of paint. Stairs melt into walls, corners curve, pavements swell into domed ovens. Sometimes there is no line of demarcation between house and sky, and walls soar up and thin out into pure atmosphere or the sky sweeps down to your feet, solidified with two pink windows and a pot of red carnations drawn on.  The black-clad women are exclamation points against the blue (...)"
Kálimnos desde arriba

Habla de una experiencia siempre maravillosa que es subir cuanto puedas y ver el mar desde arriba. Esto es así en todo lugar pero como la costa griega es tan escarpada y con tantas montañas alrededor, es muy fácil ver el mar a vista de dron, ser cartógrafa un rato. Clift sube a través de campos de limoneros, por un camino casi vertical en zig-zag y alucina de la paz que se vive allá arriba, el silencio. Siempre me parece que las personas ahí abajo se vuelven para el que está arriba hormiguitas y te preguntas, algo así como cuando miras las estrellas: ¿por qué se afanan tanto? qué más da todo? Luego, bajas, y eres una de ellas. 


Todas soniamos con esta foto
Por supuesto, hay pulpos colgados secándose, mujeres (yayás) de negro, curas ortodoxos de atrezzo, laderas con olivares, estrellitas que brillan en el mar a mediodía. En un punto, mirando un paisaje un personaje dice "Esto es lo que debería ser la vida", y todos sabemos a lo que se refiere: de esos momentos va la vida. 

Shane y Martin, los hijos
Además de todas las observaciones de la isla y de su vida familiar, tenemos unos fogonazos de lo que debe ser sacar a tus hijos de “una vida normal”, para que pasen su infancia allí. Por ejemplo, si hace buen día, se paraba el colegio y se iban todos a bañar o a hacer un picnic, porque sí, hay que aprender, pero sobre todo aprender a ser feliz, a saber apreciar que este es un momento especial, tal vez único, y hay que bebérselo tal que así. En otro momento, los niños quieren un conejo y un vecino se pregunta, “¿para qué quieren un conejo? ¿No tienen unas vistas que ni Rockefeller podría comprar?” (también hay disquisiciones culturales sobre este animal que los anglosajones no conciben comer, pero… no sigo). La libertad de esa vida: “¿dónde está Shane?” y un paisano dice que “volvía de nadar hace media hora...estará en casa de quiensea”. No es tan lejano esto para los que “teníamos pueblo” de niños: en Vetustilla, ese lugar, te podías perder por horas, y nadie se preocupaba enfermizamente como ahora, que tenemos que saber dónde están los niños en cada momento. Siempre digo que me da mucha pena las infancias actuales, que ven y experimentan el mundo por primera vez a través de sus pantallas y por ellas, el resto les vamos observando. Influyó esta vida en la sensibilidad de sus hijos? Las fotos que incluyo de los ni
ños las he sacado de la web dedicada a Martin, que terminó siendo poeta, y que tuvo una vida casi tan “al filo” como sus padres. Merece la pena entrar a ver las fotos, o incluso la cronología de sus viajes -físicos y mentales- si al terminar este divague te has quedado con más ganas de vivir-fuera-de-la-norma. 

Cole en isla griega-
uno de ellos es Martin


Luego están las descripciones más antropológicas, las que hablan de una filosofía de vida como el "den peirázeii" (δεν πειράζει) o "avrio", que viene a ser, “no pasa nada!” o "mañana" -epicureismo en vena. [Nota: tras tantos años de ir a Grecia he aprendido, gracias a este libro que “barakaló”, la palabra que más uso cuando estoy allí (significa un número de cosas desde por favor, gracias hasta de nada o lo que se dice cuando se contesta el teléfono) realmente es parakaló (Παρακαλώ!). Traidoras las oclusivas]. Habla de la “falta de privacidad” de los griegos: siempre está su casa llena de gente, o se les unen en sus paseos. Su conclusión es que este es un concepto imposible en Grecia, porque igual que en la antigua Roma tenían sus villas privadas, en la antigua Grecia era todo lugares comunitarios, como los templos o los teatros. 

Durante la novela cuenta muchas más tradiciones, como la "koliva" -lo que se hace ritualmente durante un tiempo cuando muere gente- pero también queda claro que, como sociedad tradicional, el machismo es terrible. Muchas mujeres se bañan en lo que hoy conocemos como burkini ("un camisón de cuello cuadrado") o si una chica se queda embarazada sin casarse, el padre se desentiende porque "los hombres de Kálimnos no quieren objetos dañados, aunque hayan hecho ellos el daño".

El tema de la dote ("prika") me ha parecido espeluznante.  Es un drama que nazca una niña, porque es la mujer quien tiene que traer al matrimonio la casa, los muebles, la ropa de cama y manteles, menaje y frecuentemente una cantidad de dinero también. La cantidad de la prika  depende de “cuánto juzga que vale su virilidad” el novio. Y “su virilidad es lo único que tienen que traer al matrimonio”, dice Clift. Este párrafo me indigna tanto que no sé por dónde tirar sin caer en el exabrupto.  Supongo que en la propia España en la que crecí he visto reductos de esto: en Vetustilla de la Torre, ese lugar, había una costumbre en la que supe nunca participaría llamada "la manta", que consistía en que si una chica del pueblo (o veraneanta) salía con un "forastero", este tenía que dar una cantidad a “la peña” (el grupo de jóvenes), que luego se bebían. Recuerdo era en esa época de “forma irónica”, pero se hacía- así que con un sonrisa también irónica, no queda otra que rechazar las tradiciones sin sentido, aunque te hagan impopular. Otro ejemplo: una amiga tuvo a su madre bordándole sábanas y a ella "le hacía ilusión". En casa teníamos sábanas bordadas por generaciones, yendo tan atrás como aquella con las iniciales de la madre de la Yaya, pero afortunadamente el ciclo no llegó a nosotras.

Pero con el pago de la dote,  las cosas no habían hecho más que empezar para las pobres chicas: la sociedad de Kálimnos a mediados del SXX era similar en su trato a las mujeres con muchas sociedades que tristemente conocemos aún hoy en día. Tras la noche de bodas, la madre del novio miraba la sábana y podía pedir al "despotis" (obispo, me encanta esta palabra en griego) la anulación del matrimonio. Desde ahí comenzaba una carrera reproductora en la que la pobre tendrá un hijo por año tanto tiempo como pueda, "esclavizada a su especie". Tras el parto, la mujer no puede ir a la iglesia en 40 días, porque es impura, y nadie debe elogiar al bebé o le pasará el mal de ojo, todo racional y edificante. Una se plantea la fuerza de la biología, la esclavitud de la especie de la que habla Clift porque, cual es la razón para seguir perpetuamente este ciclo de embarazo-parto-puerperio y vuelta a empezar, algunas superando los diez hijos, cuando con tu pareja no compartes nada más que la cama y la mesa? Porque así son las relaciones allí. Luego, cuando ellos emigran, ellas no les siguen, ni al principio ni más tarde. Los hijos, sí, ellos tendrán también que emigrar, pero las hijas permanecerán en esa roca que es Kálimnos. 

Pero hay una esperanza: la menopausia, eso que nos preocupa ahora y levantamos pesas para no perder masa muscular. La mujer griega que ya está sin dientes ni forma, “emerge liberada del fardo de su cuerpo y su sexualidad como la bruja sabia”, con vara y todo: la gorgona (que en mitología eran tres: Stheno, Eurylae y Medusa). Uno de sus amigos le dice en la taberna, "no te engañes, ellas, las gorgonas, son las que mandan aquí, a nosotros solo nos quieren para que les hagamos hijos y que salgamos a trabajar" (pobrecitos). Porque Clift es  la primera mujer en pisar la taberna en Kálimnos y es un alien. Clift describe estas fases de las vidas de estas mujeres como si fuera una viajera en el tiempo: ella está en otra época, o tal vez en otro planeta.

Se puede decir que aquí acaba mi crónica de “Mermaid Singing” y que debería dejar la siguiente parte del divague para cuando lea el próximo libro de Clift, “Peel me a lotus”, basado en su vida en la isla de Hidra. Esto es lo que haría una bloguera razonable, o alguien con un mínimo sentido de la edición y la mesura. En mi equipo del trabajo tenemos una máxima para reírnos que es “Less is more”, pero no sé si habían notado que yo tiendo a ser del tipo de persona “More is more” en esto de la escritura, y para qué luchar contra la propia naturaleza. Total que, quien quiera tomarse un té o un Lorazepam ahora, que lo haga, pero que vuelva, porque la historia que sigue cierra el párrafo dramático del principio sobre “la vida que vivimos peligrosamente” y mucho más. 

Al final de la flechita roja, Hidra;
al final de la amarilla, Kálimnos

Tras ese año en Kálimnos y la escritura conjunta de Clift y Johnston de “The Sponge Divers” (“Los buceadores de esponjas”) (1955), la familia se pasa a vivir a  Hidra. He incluido este peque
ño mapa casero para que se vea la localización: Hidra (flechita roja) está a 90 minutos en barco de Atenas, al final de la península de la Argólida, una isla naturalmente más "civilizada" y menos remota que Kálimnos (flechita amarilla). En nuestro verano en el Peloponeso en 2015 estuvimos en una islita de al lado de Hidra mucho más pequeña llamada Spetses que no nos gustó particularmente porque, aunque no se permiten coches, estaba llena de motos ruidosas que no paraban un momento.. En Hidra, desde una ley de 1950 no se permite nada que tenga ruedas (solo las bicis en menores de 12 años y en invierno) por aquello de "preservar el espíritu tradicional de la isla", y solo les quedan los pobres burritos que cargan con lo que les echen. A mí el burro es un animal que me causa mucha ternura y pena: es el hermano pobre y feo del caballo y su vida ("burro de carga") ha sido siempre terrible. Me imagino que hoy en día en Hidra cargarán con maletas Samsonite de los turistas, y no puedo esperar a que los de los derechos de los animales les digan que vale ya de la broma. Claro, Hidra es un sitio silencioso y lleno de paz, que nos encanta (pero lo de los burros y las no-bicis no) y ha atraído desde hace mucho a escritores y artistas. Así que no es de extrañar que aquí acabara el tándem Clift-Johnston, su hijo Martin y su hija Shaun,  y el tercero Jason que nació aquí. En Hidra pasan otros nueve años antes de volver a Australia en 1964 (en su década en Grecia, Clift y Jonhston publicaron 14 libros entre los dos). 

Charmian y Leonard en Hidra

En Hidra conocen a Leonard Cohen que describió a la pareja como "inspiracional". Cohen había dejado Montreal con una beca de escritura, y mientras lo intentaba (lo del escribir) en Hampstead -no es mala plaza, con Londinium ahí a sus pies desde la Heath- conoció a la mujer de un artista griego que tenía una casa de 40 habitaciones donde te podías encontrar a los sospechosos habituales de la Grecia de mitad de siglo, Lawrence Durrell y Patrick Leigh Fermor y también Henry Miller o Cyril Connolly. Por lo visto cuando llegó Cohen con sus 25 años, el ama de llaves no le dejó entrar ("no queremos más judíos aquí") pero el entonces poeta le echó un maleficio porque la casa se quemó hasta sus cenizas el añio siguiente. Con rechazos a Leonard.
"The house by the well",
donde vivieron en Hidra


Los que le "adoptan" para que escriba en su terraza son Clift y su marido, que se compraron "la casa enfrente del pozo". Llevaban la típica vida bohemia llena de intensidad, de picos y valles, de escritura, de alcohol. Dijo Leonard: “They drank more than other people, they wrote more, they got sick more, they got well more, they cursed more, they blessed more, and they helped a great deal more. They were an inspiration.” 

Esta es la cocina de la casa de Hidra

... y aquí con amigos


Y la canción que le inspiró Hidra a Cohen es "Bird on a wire". Polly Sansom que en 2020 publicó una ficción literaria sobre este grupo de artistas en Hidra ("A theatre for dreamers") se pregunta en este artículo (de donde he sacado parte de este divague) si Clift y Cohen tuvieron un affair. Este y otros fueron relatados tal vez “de manera determinada pero también  cruel” (dice Paul Daley, en otro artículo más de mi documentación, yo no he leído la trilogía) por Johnston en su trilogía-autoficción. Parece que Johnston había quedado incapaz de tener erecciones por una tuberculosis, andaría por los 50 y Clift,  que había sufrido que él se liara con su secretaria en Londinium, tenía once menos. Así que se puede especular sobre esa relación, pero no olvidemos quién estaba también en los 60 en Hidra: ¿a alguien le suena una tal Marianne? 

Charmian Clift, George Johnstone, Marianne Ilhsen y Leonard Cohen

Marianne Ilhsen era una noruega guapísima a la que había dejado su marido, Axel Jensen "el Jack Kerouac noruego" por una pintora, con el bebé de ambos. La vida de Jensen daría para otro divague, un rico viva-la-vida que usaba a Marianne precisamente como burro de carga - recordemos, la vida en Hidra era idílica pero no fácil-, y que seguramente no estará muy contento desde el infierno viendo que ha pasado a la historia no por sus libros y su desfase vital, sino por ser el marido de Marianne, la musa de Cohen, que cuando terminaron le escribió la famosa "So long Marianne". Ahora, una nueva cabeza de la hidra se me podría ir aquí contando historias de esos dos, pero la voy a cortar de cuajo, tranquilidad.

 Clift y Martin en Hidra

Pero vamos a por la última cabeza. Sin embargo, fue cuando los Clift-Johnston volvieron a Sydney cuando el drama griego comenzó de verdad (“Bohemian tragedy” es el título del artículo de Polly Samson, que ojalá se me hubiera ocurrido a mí). Clift siguió escribiendo con mucho éxito en el "Sydney Morning Herald" y es descrita como "radical y proto-feminista". Sin embargo, llena de ansiedad ante la publicación del libro de su marido ("Clean straw for nothing")  en el que relataba sus infidelidades tal vez (repito, no lo he leído) con excesivo celo por el detalle, Clift se suicidó. Era 1969 y tenía sólo 46 años. Johnston murió de esa tuberculosis un año después y sus dos hijos mayores, con los que he pasado tantos ratos en "Mermaid singing" tampoco tuvieron mejor suerte: Shaun siguió los pasos de su madre en lo del suicidio.  Martin, el poeta, murió alcoholizado a los 42. De aquella familia luminosa buscando aún más luz en islas del Egeo solo queda Jason, el que nació allí. 

Días de vino, Grecia y rosas


So long, Charmian, 
qué bonita foto
La guarida de la Hidra era el lago de Lerna en el golfo de la Argólida, y bajo sus aguas había una entrada al Inframundo que la Hidra guardaba. Hércules la mató y aquí estoy, con un esfuerzo hercúleo, intentando matar/terminar este divague que me ha hecho conocer más a este país que tengo en mi corazón a través de los ojos de una mujer que lo tenía también. Espero que Charmian esté, desde el inframundo, observando estas líneas mías con las que espero dar ganas a cualquier divagante que por aquí pase a no atarse al mástil y escuchar y seguir esos cantos de sirena porque "es necesario para todo el mundo, una vez en la vida, bajar al mar y esperar y escuchar".

So long, Charmian...





04 marzo 2024

¿Cual será el siguiente objetivo de Papá Estado?

Se lió parda
 No recuerdo cuándo se impuso el cinturón de seguridad obligatorio en España, pero fue antes que en Brasil: cuando estuve allí de prácticas en 1994 y me lo puse ya como acto reflejo en un trayecto, la conductora me preguntó: "qué pasa, tienes miedo de ir conmigo?". No es fácil cambiar la mentalidad de grupo con respecto a comportamientos muy arraigados, y no sé si la población se levantó en armas, pero lo que sí recuerdo fue la que se montó con el anuncio del "Póntelo, pónselo" de los 90 [era el colapso de la civilización], y eso que era solo un consejo. Pero por no irnos tan lejos, tod@s tenemos aún muy presente lo de la prohibición de fumar en los bares [la hostelería se hundía, el mundo se hundía]. Y hay muchos más ejemplos de cómo gracias a intevenciones de Salud Pública, informadas por la investigación -que hablan de lo avanzado de una sociedad: no todo el planeta va a la misma velocidad- se va lentamente progresando. Pero en esas circunstancias siempre hay algunos que se quejan, hacen un poco de ruido y hablan de "su libertad", pero pasado un tiempo,  se asume y nos preguntamos cómo podíamos vivir antes así. ¿Alguien concibe meterse en un coche sin cinturón hoy en día? ¿O esas horribles mañanas tras noches de bares que tenías que poner toda la ropa a airear? 

Pero... ¿qué será lo siguiente?, se preguntarán. ¿Qué querrán regular, a por quién irán ahora? 

Yo se lo digo. Lo siguiente, está claro, es la industria alimentaria. Y esperemos que no se cometan los mismos errores que con la del tabaco. Me explico. 

#heavy
La industria tabaquera sabía desde los a
ños 50 la relación entre usar sus productos y el cáncer. Si se mira la prensa desde los 50 a la mitad de los 60, es evidente que se dedicaron a negar que sus productos dañaban la salud, no hay más que ver las campañas publicitarias. A partir de mediados de los 60, cuando el gobierno de los EE.UU. se estaba planteando incluir etiquetas informativas, ellos contraatacaron con ideas como "asunción de riesgo" y "del dominio público". Hacia finales de los 70 y durante los litigios de los 80 (que culminó en el "Juicio de Cipollone") empezaron a usar el concepto de "responsabilidad individual" para culpar a los demandantes - claro que esto no tenía en cuenta el poder adictivo de la sustancia que comercializaban, con lo cual el consumidor que se "enganchaba" con su publicidad no podía tomar una decisión totalmente independiente. Durante los 90s y los 00s usaron argumentos sobre los "derechos de elegir" de los fumadores. Esta retórica suena muy del Tea Party de finales de los 2000. Se puede leer más de esto aquí.

Daría risa si no fuera un drama
Hago especial hincapié en esto porque entender el uso de la industria del tabaco del concepto "responsabilidad individual" y la retórica de la "elección" vino después de 
distorsionar la evidencia científica sobre su producto, manipulando a los medios de comunicación de masas, oponiéndose a medidas para proteger la salud pública. Hoy en día esas mismas tácticas están pasando, delante de nuestras narices con gran parte de la industria alimentaria. Los fabricantes de comida ultraprocesada diseñan su "comida" (que no lo es, explicaremos por qué) lo más barato posible y para que produzca addición.

Mejor no pensar en los millones de muertos que se habrían ahorrado si hubiera habido transparencia y regulación desde que se tuvieron los primeros datos. Pero qué podemos esperar de la empresa privada -y cuanto más grande peor-, ya lo dejó claro Joel Bakan en su libro de 2009 "The Corporation: The Pathological Pursuit of Profit and Power": el comportamiento de 
las empresas es psicopático por definición.  Y lo peor es el poder que tienen estas multinacionales sobre los gobiernos, que son los que deberían estar contrarrestando su avaricia. Pero hay demasiados intereses y ahora, los estados con la industria alimentaria están mirando para otro sitio. 

La situación actual es la siguiente: la mayor parte de la comida que tenemos en las estanterías de los supermecados es ultraprocesada. ¿Qué es exactamente? Aquella que va más allá del procesado, claro. Un truco para reconocerlos: si miras su etiqueta y hay algún componente que no tendrías en tu cocina, es ultraprocesado. 

El doctor Carlos Montero en Brasil ha desarrollado un sistema llamado NOVA para clasificar la comida según su grado de procemiento:
  • Nova 1: No procesado o mínimamente procesado [ej:  una seta]
  • Nova 2: Ingredientes culinarios procesados [ej: aceite de oliva]
  • Nova 3: Comida procesada [ej: sardinas en aceite]
  • Nova 4: Comida ultraprocesada [ej: por dónde empezar... bebidas carbonatadas, zumos de concentrado, yogur de sabores, caramelos, salchichas, cereales de desayuno, sopas de sobre y básicamente, todo eso que tiene en la etiqueta productos que tú no tienes en tu cocina].

¿Cual es el problema de los ultraprocesados? Para empezar, no son "comida real" sino productos fabricados industrialmente por procesos químicos (extrusión, moldeado, prefrituracompuestos de varios ingredientes (formulaciones), incluidos azúcar, aceites, grasas y sal (generalmente en combinación y en cantidades mayores que en los alimentos procesados) y sustancias alimenticias de uso culinario poco o nulo (como el jarabe de maíz con alto contenido de fructosa, aceites hidrogenados, almidones modificados y aislados de proteínas). El resultado es algo "listo-para-comer", que es "hiperpalatable" (la función de los aditivos como aromas, potenciadores del sabor, colorantes, emulsionantes, edulcorantes, antiespumantes, carbonatantes, espumantes, gelificantes y glaseantes) y con apariencia "cosmética" (envases sofisticados, generalmente con materiales sintéticos).  

Los procesos e ingredientes (de bajo costo, larga vida útil) aquí están diseñados para crear alternativas altamente rentables. O sea, se están forrando a costa de la salud de la gente. Y, no te enganies, cuanto más etiquetas de salud se arrogan, peor:  "de bajas calorías", "con alta proteína", "comida saludable", "light", "no fat", "0%" es sinónimo de ultraprocesado y de no entender nada: si le quitas toda la grasa a un yogur, no va a haber quien se lo coma y has de suplir eso con azúcar (que se llamará algo que termine en -ol, que se transforma luego en glucosa).

Ultraprocesados: danian la salud
y acortan la vida

Precisamente este finde, esta (a la izquierda) es la cubierta del British Medical Journal y en los enlaces se puede leer la editorial "Ultra-processed foods damage health and shorten life" o el "umbrella review" que ha combinado datos de muchos estudios (sumando más de nueve millones de individuos). Yo os lo resumo: el público general ya se imaginaba las consecuencias de los ultraprocesados en nuestra salud cardiometabólica, pero es que además se da nueva evidencia que sugiere muerte temprana y problemas de salud mental (depresión y ansiedad, los más estudiados en este momento). Esto es un área nueva y fascinante de la que llevo leyendo obsesivamente más de un anio y tal vez estoy ya lista para abrir una nueva etiqueta, que aún no sé si llamar "nutrición" o "psiquiatría nutricional" que es como se llama esta nueva rama de investigación y clínica -que aún están en mantillas. 


Evidencia del impacto de los ultraprocesados en 
los distintos sistemas: esto no ha hecho más que empezar

Estos resultados apoyan la necesidad urgente de más investigación pero también de acciones de Salud Pública que minimicen el consumo de comida ultraprocesada para que así mejore la salud general de la población -y de esta manera ahorrando a los sistemas de salud. 

Tenemos que aprender de la historia y no volver a las narrativas de "responsabilidad individual" que tan catastróficas han sido. Cada problema de Salud Pública requiere una respuesta de la sociedad, no del individuo como una isla. Las barreras para cambiar esto son, para empezar desde luego económicas, porque es mucho más caro comer fresco y las personas de menos recursos tendrán problemas, por ello es un problema político. Y hay que hacer a la industria alimentaria responsable ya porque contribuyen a los gastos de sanidad de una sociedad. Pero otra barrera es la falta de conocimiento: hay gente que aún cree que comer todos los días algo que saca de un paquete de plástico es normal, y otros que no saben que las legumbres son proteínas baratas o el pescado en la lata fuente de proteínas y omega 3/6 que hasta los de menos recursos de pueden permitir. Menos pizza y más lentejas. 

Sobre la falta de conocimiento, me parece evidente: cuando veo lo que dan en un cumple infantil, me subo por las pareces, cuando asisto a lo que comen los adolescentes cuando quedan para socializar, me desespero. Soy la aguafiestas regular de mucha gente a mi alrededor, así que solo me queda el divlog, a modo de terapia. Hablando en serio, podemos elegir o no tomar una medicación, pero no podemos elegir si comer o no; por tanto, hagámoslo siempre que podamos (quién puede luchar con un carrito de avión) tirando a bien.  Por eso: suscríbanse a la etiqueta di nutrición en el divlog! 

 




01 marzo 2024

Un finde de emociones fuertes te deja agujetas hasta el miércoles


Les Pyrénées:
poca nieve para un febrero
Me duraron las agujetas hasta el miércoles. Podría culpar a Roc; vamos, de hecho lo haré (sí, este es el "querido diario" bimensual de Roc: pueden irse los jóvenes, los modernos -o sea, nadie aquí- y los no interesados en leer el diario de gente anónima y anodina, a los que entiendo). Decía: agujetas porque el domingo por la noche corrí como las personas normales solo corren en aeropuertos, pues a las 23:39 aterrizaba y a las 23:56 salía el último tren para Londinium. Perderlo significaba -pensaba en el vuelo- una fila interminable para encontrar un taxi, e incluso me visualizaba desesperada abandonando la espera y la esperanza 
a las 2:30 am, volviendo a la terminal a esperar el día, siendo un zombie por el duty free probando cremas y perfumes y eyeliners, vagando por los pasillos (oliendo fenomenal) en busca de un Pret abierto inexistente a esas horas y cuando por fin me sentaba en uno de esos bancos a mirar el blog ("nunca viajo sin mi diario, bla-bla" gracias Oscar), un tipo guapísimo a mi lado -que casualmente era editor-in-chief de Eland Books (editorial de viajes) y había estado leyendo por encima del hombro- me decía que cuándo podía dejar mi trabajo para dedicarme de lleno a la escritura de viajes para su editorial. El había pensado que mi primer destino fuera Kalymnos, la isla griega donde transcurre el libro que ve en mis manos, que yo podría escribir una suerte de "Kalymnos y el Dodecaneso, 50 años después", desde el porche de una coqueta vivienda rústica en la montaña con el mar entrando por mis ventanas y la sandía a espuertas y entonces algún aguafiestas le daba a ese molesto timbre del avión y me despertaba en la terrible realidad. Que no era otra más que el punto de partida: para evitar la fila de los taxis había que correr como alma que lleva al diablo al expreso de la medianoche como una Cenicienta cualquiera porque los príncipes, si existen, no nos interesan: semos republicanas y cargamos todos esos otros fardos terminados en -ista como buenas mujeres jóvenes y modernas que escribimos diarios que solo interesan a gente con algún tipo de patología. Total que lo del domingo fue épico a muchos niveles, pero no nos adelantemos. 

Pantalón camuflaje con colcha
Volvamos al jueves cuando, para empezar un finde de emociones fuertes, es Fashion quien me viene a recoger al aeropuerto (Roc, en la siesta). No la puedo criticar en lo de la conducción porque a mí tampoco me gusta ir por vías con igual o más de tres carriles cuando no conozco el camino, pero por lo menos yo sé aparcar en cordón - Fashion (no rían) solo trabaja la batería. Al salir, esos momentos de confusión por el móvil (dónde estás, dónde es arriba, respecto a qué es abajo: un infierno encontrarse) y en un punto le digo: "eres la persona azorada vestida color camel?" (y cómo no: no tiene pérdida). Volver a casa es el segundo cachondeo porque tanto hablar pierde la ronda que nos lleva a casa en cómodos 15 minutos y terminamos enmedio de la ciudad - un poco más y saludamos a Colón. Por lo visto, este trayecto le dio más tarde boca seca y dolor de cabeza. 

Menos mal que en la puerta de casa estaba Roc con su padre esperándome con esa sonrisa por la que yo, mato. De entrada, así como tú mandas a tu hija a un intensivo de inglés, Roc había tenido esa semana un intensivo de "tía"  en prepación para mi visita y este finde ha sido la apoteosis. Se despertaba, y lo primero que decía era "tía". Veía mi taza, y  "tía". Ahora que me he ido, "tía" señalando a la tetera y supongo que pronto con todas las cosas que me he olvidado allí, como una pulsera, las gafas de sol, el cepillo de dientes (diría Freud que quiero volver pronto). Como le gusta mucho ver esos albumes familiares también dice con toda claridad "tata" cuando ve a Mini y el nombre familiar del Peda. Y por supuesto, abuelos varios y otros tíos de otras ramas que son buena gente pero ni de lejos se acercan a la simpatía y glamour de la familia pedalista. 

Además de un cuñado, 
 JAL es el (no tan)  "Joven Artista Local"
Así que como se ve, los mojones del desarrollo del lenguaje van avanzando, aunque mucho más en comprensión que en expresión. Entender, lo entiende todo y muchas cosas en inglés (siempre pensé que lo de las "guarderías bilingues" es una chorrada), pero yo creo que es por "The very hungry caterpillar". Este es un cuento clásico inglés que le pasé de Mini en el que un gusanito se va comiendo toda suerte de frutas. Así que el otro día jugábamos a que nos trajese una fruta o verdura de juguete de su famosa cocina y se las sabía todas, incluso la berenjena (esta no sale en el gusano, pero se la dibuja su padre). Como JAL debió ser marinero en otra vida, le nombra todos los peces en cuentos de motivo marítimo  ("Sharing a shell" o "The singing mermaid", también de Mini) y ya conoce las barracudas, el pez globo, las medusas y otras variedades que yo nunca seré capaz de reconocer: siempre me ha admirado gente de mi edad -o sea, no una madre- que vaya a la pescadería y sepa nombrar algo más allá del besugo. Una vez vi un poster en un restaurante con imágenes del orden de 40-50 peces que se comen con sus nombres y casi me mareo. Tal vez mis problemas estén relacionados con que vine joven a este país y en inglés solo he logrado aprender dos o tres pescados y no sé su equivalencia al castellano [que en todo caso, da igual porque como digo, no sabría identificar en la tienda]. Vale, cod es bacalao pero, qué pinta tiene un bacalao fresco? No sé: Roc sabrá. 

Pasaron las navidades:
da igual
Otra pequeña (gran) traición de Roc es que le encantan los pajarrakos (culpemos a sus padres que ponen miguitas de pan para que vengan "petirrojos" -dijo Fashion, que se destapa ahora como conocedora del tema?-  a la terraza). El divagante que no me conozca en la vida 2.0. no sabrá que yo detesto a las aves porque no es algo que yo valga divulgando, no vaya a ser que en el futuro cada vez más próximo de una sociedad totalitaria me hagan lo que al pobre Winston en la Habitación 101. Pero Roc los llama "tetés", y su amor se extiende a todo lo que tenga un apéndice enmedio de la cara de buen tamaño, e.g. le encanta un peluche que es un muneco de nieve porque la nariz es una zanahoria y le parece un teté, y también muerde narices (aseguro).

Escuela de sirenas,
con bikini prestado

También fui a la clase de natación. Alguien recuerda la última vez que me tuve que salir porque a mitad de sesión vio a su madre en observadores y se puso a llorar? Ahora totalmente feliz y tirando a kamikaze: salta al agua como un loco, bucea, coge ranas de velcro y las pega en otro sitio.... lo único que no le gusta es la "relajación" del final con unos espejos. A saber a qué reflejo condicionado responde, voy pensando, a la vez que estudio el perfil sociodemográfico de los "papis de Penguins". Según Fashion, son todos ex-pats, porque los catalanes de esa zona están todos en sus casas de la Cerdanya el fin de semana. Eso sí, todos vuelven el domingo por la mañana porque petan la parroquia, venga a salir familia numerosa tras familia numerosa de la Santa Misa, los niños con sus chaquetas con cenefas y vestidos de nido de abeja, y los papis con una estética de cazador austriaco. Tal vez no llevan a los críos a nadar porque son del opus y enseñar las carnes es pecado. 

Cuatro días no dan para mucho, pero aún así algo me han sacado los padres de la criatura, incluyendo "recados" en aquel infame centro comercial (por cierto, a alguien más le parece un atraco 26 euros por cambiarte la pila del reloj? No sería más normal 6? En Londinium me pidieron £35 y casi les abofeteo, pero igual la equivocada era yo?) o hasta un rato me dejaron suelta para ver a mis amigos Dp y Xavi solo "para el aperitivo". Sí, la cosa comenzó bien y civilizada, quedando en una librería como acostumbramos, pero me terminaron liando para comer. Siempre se tocan ciertos temas rituales, libros, viajes pasados y futuros (Xavi se va a Australia y Nueva Zelanda y no entiende que no me llame ir a ver tribus-intenté explicarle), nuestro ryad comunitario, el transiberiano, gente común... En un punto, por razones que no vienen al caso -o vendrían, pero luego decís que me extiendo-  subimos a uno de esos maravillosos pisos del Eixample de pasillos inmensos habilitado a co-working (y por lo que sea, había estado en otro por la mañana) donde Dp me presentó a un diseñador gráfico y me describió como otra "letraferida", que es una palabra que me encanta, para que me explicara cómo se hace el diseño de libros. Miró el mío (en inglés) y el de Dp ("Maniac" de Labatut, en castellano) y nos explicó esas cosas de los guiones que separan párrafos y habló de "gramajes" y otras cosas de interés. 

Co-working 1 en Eixample

Co-working 2 más sencillo

Y ahora descanso, divagantes, con sección fotográfica porque los jekes y sus amigos me llevaron a tomar algo al "Jazz Bar "de Casa Fuster, un hotel modernista maravilloso donde me hubiera quedado horas y horas con mi libro (la próxima espero que me lleven a la piscina de la terraza).

La entrada, hacia el otro lado estaban los lacayos,
vestidos como tal (como a las tribus, no les fotografío)

Cómodas no parecen, pero la estética me puede


En pleno Jazz Bar



Explorando

Sencilla columna


El sofá de Cruella de Ville






Y también hubo parque infantil con su antropología asociada, y chocolate a la taza y lecturas de cuentos, y de repente, tenía que volver a Londinium. Lo que me lleva, full circle,  al principio del divague cuando llegué al aeropuerto, pensando que volaba a las 21:20 pero, oh destino:  enseguida la pantalla, con gran indiferencia avisa de retraso de 80 minutos. En esas circunstancias, lo mejor es sentarse a hacer tu propia admin (o sea, hablar con las amigas) mientras el teléfono carga, nunca se sabe lo que puede durar la noche. Nota: tal vez algún divagante empiece a sospechar que estos retrasos se acumulan ya en mi reciente historial (recordemos el mensis horribilis octubre: las cuatro horas hacia Barna cuando fui milenial o las nosecuántas a St. Ives) y que no sós vos, shoy sho. Whatever.

Fantasía

Nadie daba dos duros porque ese vuelo saliera finalmente -no se puede aterrizar demasiado tarde, me vi de vuelta chez jekes- pero ya en el aire, cuando empecé a hacer mis cálculos de hora-de-llegada me di cuenta de que, estando el la fila 25 no tenía ninguna chance de coger ese último tren de las 23:56. Pero, quién es una mujer de recursos? Tras pedir el combinado "humus con picos camperos" (festival del ultraprocesado ese carrito de avión), les pregunté a los azafatos si había "finger" o escalera para salir. Los pobres, aún recuperándose de que alguien, por fin, tras sus catorce anios en la compania hubiera pedido "humus con picos camperos", me informaron que no lo sabían aún pero que "a ver si me parecía bien" pasar a primera fila.  Parecerme bien, dicen: mi júbilo no alcanzó al de cuando llegó el anestesista de la epidural en el parto, pero por ahí. Y no es que Vueling tenga primera clase tipo Emirates, pero esos asientos son lo más parecido en una Low Cost, y además solo había una persona dormida en ventanilla, vs la pareja que veía una peli terrible a mi lado en la 25. Antes de sentarme, me di la vuelta como Amelie en el cine, y aparte de la mía, no había una sola luz de lectura: todo el pasaje iba o dormido o en sus pantallas.  Esa oscuridad de avión siempre me da buen rollo, es para mí vuelos transcontinentales en los que vas a la aventura, así que ese rato tuvo algo de mágico, a la vez que de cierta trepidation. 

El combo que les quitan de las manos

Y el resto es épica: cuando abrieron la puerta, había finger y salí volando, pero el empleado del aeropuerto que las abrió me dijo que por mucho que corriera, él me tenía que abrir las siguientes, y algo exclamé que el hombre echó a correr como mi liebre y me las abrió, y partir de ahí comenzó a sonar Vangelis, y quemé pasillos, pasé las puertas, bajé rampas, llevando la respiración como cuando hacía resistencia en el cole, puse el pasaporte del lado equivocado en la máquina un par de veces, y a la tercera se abrió el sésamo, y seguí corriendo, y por fin llegué a la estación donde aún me sobraron dos minutos.  Dos minutos para establecer si me estaba infartando, o solo que no sentía el corazón por el dolor tras el esternón de los no-entrenados. Cuando llegué a casa, aún me quedaban cinco páginas de mi libro que tuve que acabar circa las 2 am, todavía con cosquillas detrás del esternón, y la certeza de que al día siguiente, me dolería hasta el aura. Porque un finde de emociones fuertes te deja agujetas hasta el miécoles.

El expreso de la medianoche